lunes, 18 de agosto de 2008

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El excéntrico centro del Partido Popular



El día de la Asunción, Ferragosto para los italianos, ha quedado atrás, habiendo partido en dos el mes del ocio por excelencia y encaminándolo irremediablemente hacia el temido retorno. Al que se haya ido, evidentemente.
Porque en el campo de la política, lejos de pinchar la sombrilla en la arena, han preferido solidarizarse con los españoles –pero sin doblar el espinazo, que para eso cobran de lo que cargan otros- que, como otrora hicieran, han vuelto a buscar trabajo en los campos franceses. Ahora, cada uno a hacer su propia vendimia.
Claro que no todos los racimos son igualmente dulces, y muchos de ellos llevan varias uvas podridas, a veces en el interior y otras bien a la vista. Eso el que no las tenga ya todas fermentadas, más dispuestas para el abono que para el consumo. Lo triste es que, aún conscientes de su mercancía insalubre, quieran ponérnosla sobre la mesa, unos como vino, otros como postre.
En este caso, la ventisca suena a gaita y se ha vestido de peregrina compostelana. Y al tratarse de zona costera, la sobrevuelan variopintas gaviotas que no acaban de discernir hacia dónde dirigirse.
Todo comienza cuando en 2005 el PP, a sólo un escaño de la quinta mayoría absoluta, pierde el Gobierno de la Xunta gracias a un sistema electoral injusto que permite gobernar a los derrotados en las urnas. El socialista Emilio Pérez Touriño y el nacionalista Anxó Quintana corrieron a por los teléfonos y pactaron un gobierno de coalición para hacer de esta región la tercera en discordia. Por si Cataluña y el País Vasco no supusiesen ya suficiente plomo informativo.
En ese momento, los populares consideraron oportuno que quizá era el momento de pedirle al infinito Fraga que se retirase y dejase sitio a otros menos primitivos. Fue entonces cuando las luces de Génova designaron a Núñez Feijoo. El camino al centro era ya una realidad; el de Santiago podía esperar (tanto que, a este paso, a ver si llega algún día).
Después de aquello, vino lo que todos conocen: Galicia se galleguizó, el modelo vasco-catalán se impuso, Feijoo perdió el norte noqueado y los gallegos sin salir de pobres. Llegó el momento de las elecciones generales y, aunque don Mariano volvió a ser respaldado por la mayoría de sus paisanos, el PP se quedó en la oposición. Caos general, se retuerce el discurso y a pisar el acelerador hacia el maldito centro. (“¿De dónde vienen que nunca llegan?” diría Guerra con su inigualable ironía viperina).
De aquellos polvos, estos lodos. En el cónclave popular de Valencia, Aznar advirtió de lo que era conveniente: “primero se gana; luego se negocia”. Como quien oye llover, el señor Fraga saltó ayer a la palestra y dijo animoso que “si el BNG no actúa contra los intereses de España, el PP podría entenderse hasta cierto punto con la formación nacionalista”. Rajoy, raudo para no desencantar al fundador de su partido, aseveró sus tesis asegurando que si Núñez Feijoo gana las elecciones -que presumiblemente se adelantarán a los últimos meses del presente año- podría haber una negociación con el Bloque.
Pero la candidez de los populares se despedaza en el momento que se cruza con la realidad: Quintana, probablemente antes de abrirse en canal a causa de una sonora carcajada, dice celebrar esta actitud por parte del PP, pero se ve obligado a repartir unas collejitas cariñosas en los cogotes populares para recordarles que, en caso de haber negociaciones, los primeros serán siempre los socialistas. Y es que hay algunos que son coherentes con su línea –dictatorial, sí; liberticida, también; pero suya-, y buscan amigos entre quienes tiene sus mismo planteamientos, por ejemplo, en lo que a inmersión lingüística o a adoctrinamiento escolar se refiere. Y eso, por mucho que le duela a don Mariano, lo hacen mejor los del PSOE de Zapatero. Basta recordar que en estos días, el gobierno gallego está buscando la fórmula apropiada para que los médicos que ejerzan en su terruño se desenvuelvan sólo en la lengua de Rosalía de Castro, obligando a transcribir recetas y prospectos a ese dialecto portugués.
En este punto quizás sea donde el sarcasmo raye con lo desagradable: mientras la presidenta del PP Catalán, Alicia Sánchez Camacho, sigue sin firmar el Manifiesto en Defensa de la Lengua Común porque lo considera “innecesario”, Rajoy dice que “no hay discrepancia ninguna sobre este asunto” y que todos están “a favor de los derechos individuales de las personas”, que es lo que está en peligro, y no así el español, que para el líder popular “tiene un futuro esperanzador, porque lo hablan casi quinientos millones de personas en el mundo”. Pero sin embargo, como parece que el mes de agosto se le hace algo tedioso tostándose al sol, suelta sin complejos que tiene preparado un proyecto para presentarlo en el Congreso de los Diputados, en el que se defienden los derechos de los castellano-hablantes. ¿En qué quedamos? ¿Está en peligro el español, o al menos, su uso? ¿Los del BNG, con quienes se quiere pactar, lo están haciendo bien o mal en ese sentido?
La Presidenta de la Asociación “Galicia Bilingüe”, Gloria Lago, se mostró ayer “encantada” con esta iniciativa del PP, pero a la pobre le asalta la misma duda que a muchos de nosotros: ¿es eso compatible con las intenciones de los de Núñez Feijoo? Lago intenta entenderlo: “Yo no sé por qué centrarse tiene que llevar consigo pactar con partidos nacionalistas; es decir: eso no es estar centrado. Si lo que se quiere es, un poco, olvidar el lastre que pudiera haber del pasado, o dar una imagen, digamos, más centrista, eso no pasa por apoyar partidos que lo que quieren es convertir a los estudiantes gallegos en rehenes de un proyecto de patria”.
Se podría uno consolar pensando que a lo mejor todo esto es sólo culpa del clima gallego, tan húmedo y nuboso.
Pero sorprende cuando, en la misma semana que todo esto ocurre, el Partido Popular de una de las regiones más alejadas de la nórdica Galicia y tan opuesta en clima y carácter, como es Andalucía, promociona y apadrina unos eventos a los que no invitó a sus votantes durante la campaña electoral.
El 10 de agosto se celebraba en el Parlamento de Andalucía un homenaje a Blas Infante, en el nosécuántos aniversario de su muerte, a quien a algunos les ha dado por llamar ridícula e irrisoriamente el “padre de la patria andaluza”. Cómo no será la cosa, que ni los mismos socialistas se personaron en un acto que, por otra parte, de patético resultó conmovedor: ni un andaluz de a pie presente, no hubo quien cantase el himno y lo más sonado fue que a un parlamentario de IU se le ocurrió levantar el puño –querría el hombre tomar la iniciativa ante tanta frialdad institucional, digo yo-. Pero a falta de Chaves, estaba Arenas. Contra todo pronóstico, el presidente del PP-A se envolvió en la bandera verde y blanca, cogió de la mano al portavoz de su formación en el Ayuntamiento de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, y le obligó a comprarle unas flores al señor Infante para depositárselas a los pies. Mientras, el alcalde socialista de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, de cañitas por cualquier tasca de la capital andaluza. Y no contento, Arenas se despachó a gusto diciendo que no se había tenido en cuenta su propuesta de un “acto de mayor dignidad”.
Esto no hay quien lo comprenda: ¿de verdad los andaluces han votado a Arenas para que enarbole la enseña del nacionalismo andaluz? ¿De verdad los votantes del PP-A quieren que se homenajee a un hombre que murió por servir a la anticlerical y antiespañola República? ¿Acaso los afiliados de este partido quieren ver a sus líderes arrodillarse de manera totalmente voluntaria y gratuita ante la mentira histórica y ante la mala copia de otros inventa-patrias del norte?
El pasado mes de mayo, el Partido Popular al completo se echaba las manos a la cabeza cuando María San Gil anunciaba su salida. Quien más y quien menos se rasgaba las vestiduras en público, y había quienes incluso se atrevían a decir que era fruto del afán de protagonismo de la política vasca. Esa mujer, que se ha dejado la piel a tiras defendiendo la España constitucional en la región española más difícil y peligrosa, fue vituperada, a veces con ensañamiento, desde las mismas filas en las que militó, y de las que tuvo el valor de ponerse al frente mientras otros se rascaban lo suyo en Madrid. Qué vergüenza y cuánta miseria.
Como dice Gloria Lago, “eso no es estar centrado”. Esto, en tal caso, es ser unos excéntricos. Sino unos desalmados.

martes, 12 de agosto de 2008

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El cumpleaños de la doble moral 'New Flame'

Siempre he criticado a quienes aprovechan la desgracia de unos pocos para sacar tajada electoral. Hay situaciones en las que no queda más remedio que arrimar el hombro entre todos y aunar fuerzas en aras de conquistar, para la sociedad completa, otra pequeña parcela del denominado Bien Común.
Pero es cierto que en España nos encontramos con una porción de la sociedad que un día sí y otro también, se empeñan en barrer para casa lo suyo y lo del vecino.
Hoy se cumple el triste aniversario del naufragio del buque New Flame frente a las costas de Gibraltar. Su hundimiento regó las playas gaditanas con unas inmensas manchas pestilentes de hidrocarburos de kilómetros de largo, que se fueron expandiendo a través de las múltiples fugas de los depósitos de combustible. El desastre ecológico estaba servido.
Hasta aquí, podría ser la triste crónica de uno de tantos accidentes navales que los acaba pagando el Mar.
Pero mire usted por dónde, cuando se vuelve a Tierra, aparecen aspectos que suscitan la reflexión, y las similitudes con hechos anteriores resultaban pavorosas. ¿La diferencia? Que tanto el Gobierno Nacional como el autonómico tenían otro color. Del azul al rojo. Aunque el negro de los vertidos fuese el mismo.
En ese momento cabría preguntarse si es posible que el censo de daltónicos se dispararse tanto en tan poco tiempo. Porque los que pusieron el grito en el cielo bajo las pancartas del Nunca Mais ya no eran capaces de percibir el azabache sobre un agua cada vez más turbia. Los que tomaron las calles falando galeguinho aunque fuesen de Cuenca habían desaparecido del mapa. Los ecologistas de la farándula cambiaron su chaqueta, y si te he visto no me acuerdo. Se echó de menos la foto de la pobre gaviota enfangada de chapapote hasta la ceja (siempre puntiaguda y remarcada con el dedo) y a ciertas presentadoras reivindicando justicia medioambiental enfundadas en monos de faena. Ay, Milá, Milá. En la televisión no había hueco para este caso y los que se echan las manos a la cabeza porque existen los campos de golf, preferían introducirlas en los bolsillos de sus cazadoras. De alta costura, claro.
El caso es que, como se dice en Andalucía (que para eso era, y es, la gran víctima) responsables y vociferantes optaron por dar la espantá y el que venga detrás que arree. El virrey Manolo Chaves ocultó la cabeza –prodigiosamente- y a Zapatero sólo le preocupó que le estropeasen el asueto en Doñana, a un tiro de piedra del lugar de los hechos.
Aún no contentos con su clamorosa inacción, su ingenio preclaro y siempre astuto, travieso y algo juguetón, les incitó a requerir responsabilidades al gobierno del Peñón. Por si faltaba alguien en este funeral. Como breve y curioso apunte, recordar que el Tratado de Utrecht de 1713, tras los graves conflictos con la Corona Británica, explicitaba que a esa colonia no le correspondían aguas jurisdiccionales más allá del puerto.
Y claro: la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona -que según parece no andaba en política allá por el siglo XVIII- no cayó en que, si no medía bien sus palabras, además del asunto ecológico podía abrir una crisis diplomática. Pero ella, que para eso era mujer en un Ejecutivo feminista, se desplazó hasta Sevilla, hinchó bien los pulmones y soltó que el accidente se había producido en 'aguas de Gibraltar'. Toma ya. Para eso casi que optamos por la pasividad gubernamental, qué narices.
De todo esto ya ha pasado un año. Doce meses en los que hemos padecido unas intensas elecciones con su correspondiente campaña. Rubalcaba no dudó en presentarse diputado por Cádiz, la provincia que se asfixiaba entre derrames tóxicos, y el señor Chaves sigue sentando en su sempiterna poltrona de presidente-califa. Aquí paz y después gloria. No ha pasado nada.
En el caso del Prestige, el Gobierno de turno tuvo que ingeniárselas para zafarse de un acoso mediático que consiguió inocular en la conciencia de todos los españoles un contradictorio sentimiento de culpa, y el Partido Popular hubo de ver cómo sus Nuevas Generaciones llegaban por miles a las costas gallegas para limpiar lo que no les correspondía. En el caso del New Flame, socialistas jóvenes y mayores permanecieron cómodos y silentes, esperando que sus sicarios informativos hiciesen el trabajo sucio y amainasen la tormenta.
Espero que el amable lector comprenda que el abajo firmante recele de los neo-defensores del medio ambiente, de los progres pintados de verde para la ocasión y de quienes se arrojan el derecho de decir quién utiliza el qué para recabar un puñado de votos. Las máscaras climáticas empiezan a ser fatigosas.
Sigo pensando que ante catástrofes así, la unidad es siempre la mejor opción. Pero entiéndaseme si digo que con especímenes de tal calaña, más vale solos que mal acompañados.

domingo, 10 de agosto de 2008

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Crónicas estivales


Agosto va avanzando peligrosamente hacia su ecuador, y muchos no nos habríamos enterado de que es verano de no ser por el asfixiante calor que nos mantiene encerrados en casa.
Como cada año, los periódicos aligeran su espesura y rellenan como pueden las secciones cotidianas. Las radios también hacen lo propio, y tiran de agencias para relatar el suceso morboso de algún punto recóndito de nuestras -menos abarrotadas- playas.
Sin embargo, y a pesar de todo, este agosto parece no querer irse de vacaciones del todo. A lo mejor es que tampoco le llega el sueldo para alquilar el apartamento de todos los años.
La época estival llegó, en cualquier caso, con ganas de hacerse notar. Por una parte, los seguidores del Apocalipsis climático tuvieron que aguantarse con que el mes de julio haya sido, en muchas zonas de la geografía nacional, el más fresco en muchos años; mientras, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, daba un disgusto al pobre Bono con batallitas de corbatas. Menos mal que le ha prometido regalarle una bombilla de bajo consumo. Del clima de nuestras islas habló también nuestro amigo y referente Hugo Chávez, noséqué de Venezuela, cuando vino a mofarse a las mismas puertas del palacio mallorquín de Marivent de todos los españoles en la figura de Su Majestad el Rey. El mismo don Juan Carlos quien, por cierto, recibió gustoso las imposiciones de la peligrosa política exterior del señor Zapatero y disfrutó siendo el felpudo del orangután caribeño, que hizo el amago de no salir del coche, y que se rió a carcajadas con la camiseta del conocido “¿Por qué no te callas?”. A veces parece que ciertos Reyes prefieren ser villanos; de la villa, digo.
La canícula iba arreciando, pero no sé si más en los termómetros o en los liberticidiómetros. La alegría por el caso del Juez Gómez de Liaño -que tuvo que venir de Europa porque en España la Justicia en vez de venda lleva gafas de sol- y el reconocimiento moral de su inocencia (con 5.000 euros que el Estado debe abonarle no se puede decir que sea económico) se ensombreció en muy pocos días, cuando el Juzgado de Primera Instancia número 69 de Madrid condenó al director de La Mañana de la COPE, Federico Jiménez Losantos, a indemnizar con 100.000 euros al ex director de ABC, José Antonio Zarzalejos. Jarro de agua fría para quienes creímos que un espejismo podía hacerse realidad en este desierto ético llamado España. Con esta sentencia, volvemos a ver los dientes al lobo de la parcialidad, que asoma las orejas siempre que el socialismo se hace con el poder. La balanza se desequilibra y pasa lo de siempre: que algunas voces molestan al mandatario y urge silenciarlas a cualquier precio. Y si hay que saltar sobre el Estado de Derecho, así sea.
Con todo, cierto sector de la sociedad ávido de ver rodar las cabezas del rival, tuvo que morderse la lengua cuando Su Santidad Benedicto XVI anunció, durante la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, en español, alto y claro, que espera encontrarse con nosotros en Madrid, en 2011. Las buenas noticias, para quien tiene Esperanza, llegan. Aunque sea de nuestras antípodas. Durante una semana, el Papa estuvo exhortando a cientos de miles de jóvenes a ser testigos vivos del Evangelio, confiando en la fuerza del Espíritu Santo. En tres años le demostraremos que ese Espíritu sigue muy vivo en España.
Llegó agosto, y el Gobierno se fue de vacaciones. Digo el Gobierno, porque otros muchos españoles han tenido que optar por la nevera y la sandía de los viajes de ida y vuelta. Mucho me temo que no es sólo por la moda del revival.
El señor Solbes anuncia que esta puede ser la peor crisis que haya habido nunca, hace las maletas, y hasta septiembre. Vaya, hombre, no se pierda usted su agosto. La señora de la Vega, este año, ha optado por el tour latinoamericano. Paseo arriba y abajo cambiando de modelito y haciendo apaños veraniegos que nos soltará a la cara cuando tenga a bien volver. No sé por qué me da en la nariz que las propuestas de voto para los inmigrantes de su último congreso federal tienen algo que ver. Al tiempo.
Y según parece, mientras el españolito de a pie que paga sus impuesto y cumple con las leyes tiene que quedarse en su casa abanico en mano, los asesinos puede agasajarse con unas buenas vacaciones. A más muertos a sus espaldas, más tiempo retozando con su moza respectiva. El dos de agosto salía a la calle el sanguinario etarra Ignacio de Juana Chaos, con recibimiento festivo incluido, tras cumplir una condena nada más y nada menos que de ocho meses por cada muerto. Otra ganga de una Justicia de tómbola.
Pero no pasa nada, porque a falta de pan, nos regalan dos dosis de circo, y a seguir sumando. Esta vez lo han montado, y bien montado, con estilo oriental. El pasado viernes daban en Pekín el pistoletazo de salida –pistoletazo figurado, claro, que cuando se habla de la China comunista se puede inducir a error- a la magna celebración mundial que suponen los Juegos Olímpicos, que van a servir a ese gobierno para enmascarar su monstruoso rostro de tirano y someter al mundo a los preceptos de su poderosísima economía. Si bien es cierto que no ha habido quien intente con sinceridad hacer valer los principios del mundo libre sobre semejante régimen abominable, algunos mandatarios, con Bush y Sarkozy a la cabeza, no han querido dejar pasar la oportunidad para pedir que se respeten los derechos humanos en el gigante asiático.
Nuestros políticos, como es su costumbre, prefieren mirar para otro lado. Los del gobierno porque, simplemente, no tiene nada que decir: les apasionan las dictaduras rojo sangre, y pierden la cabeza donde les coloquen una estrellita. Menos en el Portal de Belén, oiga. Y la oposición, como viene haciendo, no sólo ni está ni se le espera, sino que al bueno de Gustavo de Arístegui, portavoz de Asuntos Exteriores del Partido Popular, se le ha ocurrido decir que “hay que ser prudentes” y ha apelado al espíritu de los Juegos Olímpicos, en lugar de exigir del gobierno Zapatero una condena firme a la ominosa situación en que vegeta el pueblo chino.
Quien no ha tenido pelos en la lengua para decir lo que todos queríamos oír ha sido su compañero Antonio Basagoiti, presidente del PP en el País Vasco, tras la manifestación pro-etarra que tuvieron que presenciar ayer en San Sebastián. Basagoiti ha hecho suyas las palabras de cualquier ciudadano de bien, y ha expresado sin tapujos lo que todos pensamos: que sintió “asco” al ver a semejantes individuos enaltecer el terrorismo, aplaudir a sus héroes y amenazar de muerte a los populares, con la pasividad –si no con la connivencia- del ejecutivo de Ibarretxe. ¿Qué dónde estaba el Gobierno socialista? Pues sí, además de estar físicamente de vacaciones, moralmente tampoco se ha movido: echando balones fuera y diciendo que las competencias las tiene el lehendakari. Es decir: que los señores del PSOE no quieren mover ficha, no sea que en las próximas elecciones regionales los nacionalistas les den la espalda y no logren alcanzar el gobierno vasco que ya creen rozar con la punta de los dedos. O con las espinas de la rosa.
Entre tantas idas y venidas, los diarios “El Mundo” y “Libertad Digital”, entre otros, siguen recogiendo, junto a los afiliados del partido de Rosa Díez, UPyD, firmas a favor de la Lengua Común, es decir, el español de todos. Parece que hay quien no se ha enterado de quiénes son los promotores de esta idea, y vuelven a su discurso de “el PP quiere enfrentar a los españoles”. En esos términos regurgitó la nueva secretaria de organización socialista, la entrañable Leire Pajín, diciendo que los populares quieren utilizar la lengua como arma electoral. Esta no sabe que los del PP ya no crispan, porque don Mariano lo dejó muy clarito en el Congreso de Valencia: sí pero no, no pero sí, puede ser esto pero también lo otro. En definitiva, que Acebes y Zaplana sobraban, Aznar a la cuneta y borrón y cuenta nueva.
Así es el verano. Pasando lentos unos tras otros los días, al sopor de las tardes infinitas, deambulando por las solitarias calles de cualquier ciudad de interior y buscando una sombra bajo la que escapar del alarde vanidoso de quien es el auténtico protagonista del estío; sobre todos, sobretodo, como siempre ha sido y será, el bombo y la petulancia de Lorenzo.

martes, 20 de mayo de 2008

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LA RESIGNACIÓN NO ES EL ESTILO, ES LA PERDICIÓN

viernes, 9 de mayo de 2008

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Más histórica es la traición que la deuda

Una abuelita, que gozaba de una salud considerable, a pesar de los achaques lógicos de la edad, muere repentinamente. Nadie sabe el motivo ni las causas. Todo apunta a un cáncer terminal que se fue extendiendo por su anatomía con peligrosas metástasis cuatribarradas e ikurriñásticas. Habiendo expirado, sola y sin tener quien la llore, se abrió el prólogo de una triste historia, la novela que muchos hemos leído y que a tantos nos ha atemorizado. Como buitres, hijos y nietos se lanzan a por la fortuna y se apuñalan por la herencia. Quienes antes eran una piña fraternal, ahora se enfrentan cainitas por un trozo del pastel. Esa abuelita un día fue joven y guapa. Con sus lógicos defectos, porque nadie es perfecto. Pero tenía iniciativa, tenía ambición, y sobretodo, creía en ella y en sus posibilidades. Pero la vejez le vino prematura. Porque la arrinconaron, la ningunearon. Y la peor de las vejeces se impone precisamente cuando se cae en el olvido.
Esta intriga podría conformar el armazón de un atractivo argumento fílmico, e incluso tendría un aire poético y casi lírico si la dama que muere no se llamase España, y la herencia no fuese el objeto del salvaje debate que presenciamos sobre la remuneración de no sé qué deudas históricas, la representación casi teatral y con fuertes tintes de drama de un cuento en el que los hijos y nietos muerden el tobillo y hasta el cuello de su prójimo para pellizcar una fortuna que no es tanta como quisiéramos, una herencia venida a menos y de la que no va a quedar rastro. Y todo al grito de “tonto el último”. Cataluña abrió la veda y asestó el primer machetazo mortal, haciendo apaños de última hora, y apostando por una financiación bilateral en la que se ponía a la altura del Estado (sino por encima) y lo miraba con desprecio. Su nuevo estatuto, plagado de artículos que traspasan la Constitución por mucho que el Tribunal Constitucional busque las vueltas a un texto que no las tiene, consagra semejante crimen, y los andaluces no han tardado en imitarlo. El gobierno de Manuel Chaves quiso lavar la cara a su primo catalán, y ahora no sabe cómo salir de este aprieto: su propuesta es radicalmente opuesta, aunque sus intenciones son las mismas. Y lo más preocupante no es eso, sino que la oposición popular (del PP, quiero decir, que no es en Andalucía precisamente la más común) no sólo aplaude el cobro de la deuda histórica, sino que insta al eterno presidente regional a solicitar el incremento de la cantidad fijada.
Y así se extiende la batalla a lo largo y ancho de la maltrecha piel de toro, cada reino de taifa barriendo para sí, llenando de mugre la casa del vecino. La casa que antes regía con orgullo la pobre viejita que yace ante el mundo; sólo de cuerpo presente. El pastel financiero aplastado, la herencia vendida antes de ser adjudicada.
Como el hijo pródigo, unos y otros se largarán a gastársela en la vida pendenciera y lujuriosa, para un día volver, hartos de deglutir las algarrobas que le sobraban a los cerdos. Y presumiblemente, cuando lleguen a la casa del padre, no encontrarán una fiesta ni les van a matar el cordero cebado. Porque no habrá ni casa, ni cordero, ni anillo, ni padre. Sólo un desierto yermo, poblado de almas errantes que querrán mirar atrás y retomar los tiempos pasados que no van a volver. Será demasiado tarde. El cortejo fúnebre habrá sepultado ya a la buena anciana, que será polvo, aire, llanto. Un lamento que tendrá una eternidad para preguntarse por qué no existió un gobierno cabal, una oposición leal, una clase política íntegra, ni un Pueblo agradecido. Descanse en Paz.

martes, 22 de abril de 2008

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Un Gobierno para el Escaparate

Una semana nos separan desde que Rodríguez Zapatero se fotografió con Sus Majestades y su nuevo Gobierno.
Los y las ministros y ministras desfilaron uno tras otro prometiendo -que no jurando-guardar y hacer guardar la Constitución (curioso asunto cuando se trata de un Ejecutivo que ha puesto todo su empeño en dilapidar la herencia de la Carta Magna, aunque esa es otra cuestión)
Fue entonces cuando una de las fundadas y más espeluznantes sospechas se hizo realidad.
Las añoranzas de Zapatero volvían a las andadas, y retomaba del pasado una de las batallas que estaba más que superada. La mujer, que con tanto empeño ha ido conquistando nuevas metas a lo largo de la Historia, y que con su sudor ha regado los surcos del yermo campo de su reconocimiento social, vuelve a las cavernas del tiempo.
Zapatero abre las puertas de su jaula de cristal, y ella ingresa gustosa. Peligrosa ironía cuando esa hembra cree, encima, que es un alarde de feminismo radical. Desde ese escaparate, archiconocido Gobierno de España, las ocho ministras posan como elemento ornamental, al tiempo que se convencen de que su presencia es capital para que las españolas del siglo XXI rompan las ataduras de un supuesto marido autoritario e inquisidor, coaligado a un Estado y a una Iglesia que algunos relacionan, empecinados y obsesivos, con una tal “pata quebrada”, que por las veces que la nombran merecería ser protagonista de cualquier portada mundialmente reconocida.
Pero lo peor no son tanto las ministras, que a fin de cuentas delinquen más por la demagogia barata de la que hacen gala a cambio de embolsarse un sueldo sustancioso a fin de mes, que por otra cosa. Lo realmente bochornoso es esa marabunta de féminas sesentaiochistas que se enorgullecen de comprar el billete de vuelta al punto histórico de partida que les ha vendido el embaucador monclovita.
Vista la sorprendente actitud de estas señoras y señoritas, quizás resulte que lo que anhelaban es recuperar el sufragio censitario y así poder luchar en una guerra ya pasada. Actitud, sin duda, muy propia de estos dirigentes del revisionismo desnortado.
Pero fuera de sarcasmos y enunciados evocadores, subyace una realidad abyecta que hemos de contemplar.
En el Gobierno-escaparate de Zapatero, no prima la eficacia, ni la formación, ni el mérito. Parece que el señor presidente pretende gobernar a golpe de imagen, colocando maniquíes en un expositor mediático, empapelado con forro de estampado pop y olor a naftalina y alcanfor. Como si estos muñecos de plástico supiesen hacer otra cosa que sonreír al viandante distraído.
La sonrisa del talante de la primera legislatura es ahora de plástico, desmontable y exhibicionista.
De ser mujer, mi indignación no tendría límite, y mi orgullo se sentiría vilmente pisoteado.
Porque hoy, en España, la mujer es un mero reclamo electoralista, más florero que nunca.
Florero progre, de flashes y galería. Pero florero a fin de cuentas.

martes, 30 de octubre de 2007

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