martes, 22 de abril de 2008

Un Gobierno para el Escaparate

Una semana nos separan desde que Rodríguez Zapatero se fotografió con Sus Majestades y su nuevo Gobierno.
Los y las ministros y ministras desfilaron uno tras otro prometiendo -que no jurando-guardar y hacer guardar la Constitución (curioso asunto cuando se trata de un Ejecutivo que ha puesto todo su empeño en dilapidar la herencia de la Carta Magna, aunque esa es otra cuestión)
Fue entonces cuando una de las fundadas y más espeluznantes sospechas se hizo realidad.
Las añoranzas de Zapatero volvían a las andadas, y retomaba del pasado una de las batallas que estaba más que superada. La mujer, que con tanto empeño ha ido conquistando nuevas metas a lo largo de la Historia, y que con su sudor ha regado los surcos del yermo campo de su reconocimiento social, vuelve a las cavernas del tiempo.
Zapatero abre las puertas de su jaula de cristal, y ella ingresa gustosa. Peligrosa ironía cuando esa hembra cree, encima, que es un alarde de feminismo radical. Desde ese escaparate, archiconocido Gobierno de España, las ocho ministras posan como elemento ornamental, al tiempo que se convencen de que su presencia es capital para que las españolas del siglo XXI rompan las ataduras de un supuesto marido autoritario e inquisidor, coaligado a un Estado y a una Iglesia que algunos relacionan, empecinados y obsesivos, con una tal “pata quebrada”, que por las veces que la nombran merecería ser protagonista de cualquier portada mundialmente reconocida.
Pero lo peor no son tanto las ministras, que a fin de cuentas delinquen más por la demagogia barata de la que hacen gala a cambio de embolsarse un sueldo sustancioso a fin de mes, que por otra cosa. Lo realmente bochornoso es esa marabunta de féminas sesentaiochistas que se enorgullecen de comprar el billete de vuelta al punto histórico de partida que les ha vendido el embaucador monclovita.
Vista la sorprendente actitud de estas señoras y señoritas, quizás resulte que lo que anhelaban es recuperar el sufragio censitario y así poder luchar en una guerra ya pasada. Actitud, sin duda, muy propia de estos dirigentes del revisionismo desnortado.
Pero fuera de sarcasmos y enunciados evocadores, subyace una realidad abyecta que hemos de contemplar.
En el Gobierno-escaparate de Zapatero, no prima la eficacia, ni la formación, ni el mérito. Parece que el señor presidente pretende gobernar a golpe de imagen, colocando maniquíes en un expositor mediático, empapelado con forro de estampado pop y olor a naftalina y alcanfor. Como si estos muñecos de plástico supiesen hacer otra cosa que sonreír al viandante distraído.
La sonrisa del talante de la primera legislatura es ahora de plástico, desmontable y exhibicionista.
De ser mujer, mi indignación no tendría límite, y mi orgullo se sentiría vilmente pisoteado.
Porque hoy, en España, la mujer es un mero reclamo electoralista, más florero que nunca.
Florero progre, de flashes y galería. Pero florero a fin de cuentas.

1 comentarios:

Angie dijo...

Cuando se obtiene un puesto gracias a una cuota y no a lo que realmente valemos la mitad de esta sociedad, que más se puede esperar? que hay más machista que eso?

Un besito, guapo